No hay Karma bueno o malo; hay experiencias auto-creadas que presentan
Sivaya Subramuniyaswami
oportunidades para el avance espiritual. Tanto como reaccionamos al Karma
debemos repetirlo. Esta es la ley.
Para entender esta dicotomía entre el libre albedrío y el destino hay que estudiar profundamente la Ley de Causa y Efecto, o comúnmente conocida como la Ley del Karma. El término Karma tiene raíz en la palabra Kri, que en Sánscrito significa “acción” o “hecho”. Constituye un error relegar la palabra «Karma» a un sentido limitado que hace referencia sólo al pasado o a connotaciones como “positivo” o “negativo”. El karma como noción lleva en sí la idea de acción simplemente y con ella puede hacerse alusión a la actividad llevada a cabo en el pasado o en el
presente, o la que pueda tener lugar en el futuro.
De manera similar, el verdadero sentido de la palabra «Karma» implica cualquier acción que realices, ya sea que elijas entre luz y oscuridad dentro de este campo vibratorio que opera el libre albedrío, genera como resultante una frecuencia dentro del espectro del Amor-temor y la suma total energética de todo lo que emprendas, tanto lo bueno como malo, lo presente y lo pasado, se impregna en los campos energéticos del alma de acuerdo a su cualidad de frecuencia y estas pasan a formar parte de su experimentación, de sus registros, de su memoria celular.
Es de esta forma como se construye la idea fundamental de la individualidad, del ego o de la pseudo-alma. Cada ser en evolución posee una composición energética específica de acuerdo a las impregnaciones de frecuencias (karma) que ha adquirido en su ciclo de vidas. No somos más que la suma de millones de acciones y, por consecuencia, de millones de impregnaciones energéticas duales. Esta suma de todos los karmas acumulados o “acciones acumuladas” que todavía no ha fructificado, es decir, cuyas consecuencias no han sido experimentadas aun y permanecen en forma de semillas en el subconsciente se llama «Sanchitta Karma». Estas son como las flechas que tiene un arquero en su aljaba que lleva en su espalda.
Los actos que llevas a cabo en este momento, así como, las acciones del pasado cuya parte de los efectos se están manifestando en el presente y que por lo tanto no podemos cambiar, se llaman «Karma actual o Prarabhda Karma». Es como una flecha que ya ha sido lanzada, el arquero ya no puede cambiar su dirección y dará indefectiblemente en un blanco.
La flecha que se dispone a lanzar en el presente representa el «Kriyamana Karma», es el karma que estamos creando en el presente a través de nuestras acciones y su resultado futuro es llamado «Agami Karma». Es aquí donde tenemos el libre albedrío o la capacidad de decidir qué acciones hacemos o no y donde estamos sembrando nuestro futuro.
Uno tiene control sobre el kriya, el agami y el sanchitta karma más no sobre el prarabdha karma: aquellos resultados de las acciones pasadas que ya han fructificado y se están experimentando. Entonces, podemos concluir que actuamos de dos maneras: impulsados por nuestro propio libre albedrío y por las influencias externas. Pero son tantas las fuerzas sutiles que se entretejen con tus decisiones que te resultará muy difícil juzgar qué acciones realizas de acuerdo con tu libre albedrío y cuáles llevas a cabo bajo el impulso del karma pasado o de cualquier otro influjo. Aún así podrías plantearte las siguientes preguntas:
- ¿Qué es lo que impulsa a la acción?
- ¿Qué influye para que actúes y te conduzcas de cierta manera?
- ¿Por qué he actuado de esta manera toda mi vida?
Este es solo el comienzo. Descubre lo que viene a continuación.




