Nuestro karma pasado nos ha empujado a una vida empobrecida de felicidad, salud, inteligencia, satisfacción, prosperidad, ética y divina comunión con la Conciencia Suprema. Nos encontramos atados y esclavizados en el karma, sin poder acceder a la fuerza y gracias divina capaz de ayudarnos a superar todo obstáculo que se presente en nuestra realización de Purushartha. Sin embargo, si la mente es purificada y los samskaras antiguos son neutralizados o sustituidos podemos cambiar nuestro destino, podemos llegar hacer de nuestra vida armoniosa y bella. Para entrar a este proceso de purificación debemos aspirar al sendero espiritual. Debes reconocer en que parte del camino te encuentras, y para ello los yogis clasificaron 3 tipos de aspirantes:
- Pasu o animal: Es la persona en la cual los instintos animales y samskaras negativos o materialistas son muy fuertes y extravían fácilmente a la mente del camino espiritual En general este tipo de aspirante necesitará de un largo período de purificación que suele llevar muchas vidas, experimentando los sufrimientos causados por sus samskaras hasta despertar el fuerte deseo de liberación.
- Vira o heroico: Es un aspirante intermedio donde todavía hay samskaras negativos que purificar, pero existe un fuerte deseo de liberación, discernimiento, desapego y atracción natural hacia las prácticas espirituales.
- Divya o divino: Es aquel individuo que lleva muchas vidas purificándose y ha logrado ya un considerable progreso y sólo necesita perfeccionarse. Los samskaras espirituales o divinos superan ampliamente a los negativos.
Existe una fuerte tendencia a separar nuestra naturaleza humana de la Divina. Mientras no reconozcamos que nuestra psique (mente) tiene sus raíces en la Conciencia Divina (el Ser) no tendremos éxito en la vida. Debemos considerar el aspecto espiritual del ser humano que es la esencia de la psicología, la cual de otra manera permanecería superficial y limitada.
La felicidad verdadera y el bienestar no son imposibles para aquel que realiza su Naturaleza Divina, y solamente se consiguen en nuestra conciencia interior y en nuestra Esencia más profunda, no el mundo exterior siempre incierto. Es por ende, que la vida espiritual se vale de dos factores: entrega incondicional a la Verdad Última y autoconocimiento.
La espiritualidad en el sentido de los senderos sinceros es la intención de alcanzar la Realización del Ser, mediante la purificación, la meditación, la acción consciente común basada en la entrega incondicional, el ritual y la oración, pero sólo como parte inicial de una búsqueda interior. Incluso, parte de este impulso de unificación, las Ciencias Védicas nos han ofrecido las vías para fortalecer nuestras prácticas de recogimiento interno, lo que algunos conocen como las ciencias del Estar, que dentro de sus más conocidas ramas están Jyotish y Ayurveda, que nos dirigen siempre hacia la Comunión con la Conciencia Divina (Yoga).
Si tan solo supiéramos la causa de nuestro sufrimiento o, al menos, nos abrieramos al método para eliminar la causa de nuestro mal, pudiéramos hacer resplandecer nuestra verdadera naturaleza y manifestar nuestro Ser-Alma en nuestra vida diaria. Pero, ni siquiera estamos captando realmente la ley del karma en todo su riguroso poder y sus complejas reverberaciones a lo largo de muchas vidas.
La mayoría de los problemas psicológicos se deben a una falta de amor en la vida. El amor es la fuerza que hace que valga la pena vivir, da color, profundidad y calidez, nos permite sentir de manera intensa y nos hace sumamente felices. Para manifestar el néctar del amor debemos romper nuestra dura cáscara de la mente y el ego. Nuestra vida entregada a la conciencia materialista se asemeja mucho a la de un animal, viviendo para comer y dormir, estando entre los suyos y dejando a un lado a todo aquel que no esté dentro de su círculo de amor. Es nuestro apego al yo (ego) y nuestro mimo al yo que nos hemos ido envolviendo, vida tras vida, en una enmarañada red de ignorancia que al parecer cada vez nos estrecha con más fuerza. Es cuando uno se aferra a sí mismo, que crea las acciones egoístas o dañinas que le envuelven en un escenario de lecciones, a veces, muy dolorosas. Pero estas lecciones no son un castigo, más bien, son parte del campo de batalla de la vida. Es en esta escuela de la vida, donde aprendemos a través de la experiencia y el error, que debemos generarnos las condiciones propicias para alcanzar la liberación de las ataduras, de la esclavitud del karma y el sufrimiento.
El camino hacia la humanidad es el reconocimiento de nuestra naturaleza expansiva, es decir, la esfera de nuestro amor, cariño y bondad puede abarcar a todo y a todos. Mientras que el deseo es un estado de necesidad limitante contraído, es un estado de vacío, de ser amado y busca ser satisfecho desde el exterior. El amor es un estado de plenitud, es la capacidad de dar. Es un estado total y desbordante cuyo poder reside en el interior y trasciende en nuestro contacto con cualquier ser humano.
La verdadera pregunta que debemos hacernos no es dónde encontrar el amor, sino cómo dar amor. La razón por la cual nuestras relaciones humanas son un problema hoy en día es nuestra falta de entrega incondicional. Una persona que posee esta noble cualidad no puede tener problemas psicológicos de carácter significativo porque su percepción interna es clara y profunda sobre la vida y la Divinidad.
“Si todos los daños, miedos y sufrimientos del mundo surgen de aferrarse a uno mismo, ¿qué necesidad tengo de tan gran espíritu maligno?«
Shantideva
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